jueves, 4 de mayo de 2017

Etapas de Machado con poemas


Lprimera etapa de su trayectoria se inscribe en el modernismo simbolista: tono romantico y el simbolismo francés, sugerente y evocador, sin brillantez formal. El principal tema de esta poesía, es el tiempo, su transcurrir implacable, la nostalgia del pasado y la confusión entre el presente y el pasado mediante los recuerdos. Machado transmite sus sentimientos de tristeza mediante numerosos símbolos.

Es una tarde cenicienta y mustia,
destartalada, como el alma mía; 
y es esta vieja angustia 
que habita mi usual hipocondría. 
    La causa de esta angustia no consigo 
ni vagamente comprender siquiera; 
pero recuerdo y, recordando, digo: 
—Sí, yo era niño, y tú, mi compañera.

    Y no es verdad, dolor, yo te conozco, 
tú eres nostalgia de la vida buena 
y soledad de corazón sombrío, 
de barco sin naufragio y sin estrella. 
    Como perro olvidado que no tiene 
huella ni olfato y yerra 
por los caminos, sin camino, como 
el niño que en la noche de una fiesta 
    se pierde entre el gentío 
y el aire polvoriento y las candelas 
chispeantes, atónito, y asombra 
su corazón de música y de pena, 
    así voy yo, borracho melancólico, 
guitarrista lunático, poeta, 
y pobre hombre en sueños, 
siempre buscando a Dios entre la niebla.

En la segunda etapa Machado empieza un periodo de una poesía menos intimista y mas historicista, en el que el paisaje soriano cobra un gran papel protagonista.

Es una poesía en general, mas descriptiva, que refleja un paisaje real y se da identificación entre Soria-Castilla y España. También se produce la identificación entre el paisaje y el alma del poeta . El paisaje provoca a veces, una reflexión histórica y crítica sobre el pecado hispánico: la envidia y sobre la decadencia del presente.
En líneas generales, son poemas reflexivos y de estilo más retórico.
RETRATO
Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,
y un huerto claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte años en tierras de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.
Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido
—ya conocéis mi torpe aliño indumentario—,
más recibí la flecha que me asignó Cupido,
y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario.
Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,
pero mi verso brota de manantial sereno;
y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.
Adoro la hermosura, y en la moderna estética
corté las viejas rosas del huerto de Ronsard;
mas no amo los afeites de la actual cosmética,
ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar.
Desdeño las romanzas de los tenores huecos
y el coro de los grillos que cantan a la luna.
A distinguir me paro las voces de los ecos,
y escucho solamente, entre las voces, una.
¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera
mi verso, como deja el capitán su espada:
famosa por la mano viril que la blandiera,
no por el docto oficio del forjador preciada.
Converso con el hombre que siempre va conmigo
—quien habla solo espera hablar a Dios un día—;
mi soliloquio es plática con ese buen amigo
que me enseñó el secreto de la filantropía.
Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito.
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago
el traje que me cubre y la mansión que habito,
el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.
Y cuando llegue el día del último vïaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.
La tercera etapa y última se caracteriza en que el aspecto más interesante reside en los Proverbios y cantares, composiciones a modo de sentencias o de canción popular con los temas constantes del autor: el relativismo, el tiempo, la búsqueda de Dios, la vida como un camino, la crítica sobre el país...
PROVERBIOS Y CANTARES – XLIV

Todo pasa y todo queda,
pero lo nuestro es pasar,
pasar haciendo caminos,
caminos sobre la mar.

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