CARACTERÍSTICAS DEL ESPERPENTO Y
SU REFLEJO EN “LUCES DE BOHEMIA”.
El
esperpento de Valle-Inclán no es solo un género literario, sino una
estética y, en consecuencia, una visión del mundo, a la cual llega
el escritor desde unas concretas circunstancias históricas españolas
y una determinada posición crítica. Este caldo de cultivo
ideológico y estético coincide con un movimiento general europeo
que cuestiona la literatura y la sociedad anteriores: primero el
Modernismo y, años después, la vanguardia.
El
esperpento supone una deformación o descoyuntamiento de la realidad,
empleado como único modo de reflejar críticamente la realidad. Con
ello, además, se provoca una toma de conciencia directa del carácter
absurdo de la realidad.
Valle
deja traslucir los principios del esperpento en la escena XII de
“Luces de bohemia”, durante la agonía de Max Estrella. El poeta
ciego explica que la tragedia española no es tragedia en el sentido
clásico, sino que se expresa a través de una ESTÉTICA
SISTEMÁTICAMENTE DEFORMADA, que ya había utilizado Goya en sus
pinturas.
Con
esta analogía, Valle intenta dar una idea de qué pretende con el
esperpento. “La deformación deja de serlo cuando está sujeta a
una matemática perfecta. Mi estética actual es transformar con
matemática de espejo cóncavo las normas clásicas”. Remite,
consciente o inconscientemente, al procedimiento creativo de
descomposición y recomposición visual del cubismo, herramienta
literaria que utilizará para retratar esa “deformación grotesca
de la civilización europea” que, para Max Estrella, era España.
Por
lo tanto, el esperpento resulta ser un PROCEDIMIENTO ESTÉTICO que
utiliza el humor y el distanciamiento para deformar sistemáticamente
la realidad (personajes, lugares, situación socio-política,
ambiente cultura…). De esta forma se desmitifica y se evidencia lo
absurdo y ridículo de la existencia. El punto de vista de
valle-Inclán es el de demiurgo, creador que muestra a sus
criaturas-creaciones desde una perspectiva superior. Su finalidad es
mostrar esta esencia ridícula a través de la exageración de lo
grotesco y horrible presente en una sociedad igualmente grotesca,
violenta, maliciosa…
Esta
mirada superior es una de las tres maneras de ver el mundo desde un
punto de vista estético que el escritor explicó en una entrevista.
Teniendo
en cuenta todo esto, los personajes de “luces de bohemia”, al ser
ridículos y grotescos, no pueden hacer sentir ningún tipo de
identificación y no están a la altura ni de la tragedia ni de la
épica.
Valle
no quiere escribir una tragedia. Aunque, sin embargo,
sí queda un poso trágico en el espectador. Max y el resto de
personajes no son gloriosos o ejemplares, sino ridículos, aunque no
dejan de representar la miseria moral, un rasgo muy humano.
La
formas en que cristaliza la estética del esperpento en esta obra
puede ser: o bien en los comportamientos de los personajes: don
Latino es mezquino y resulta ridículo al intentar aparentar haber
vivido la bohemia de París; el empeñista se muestra indiferente
ante la muerte del niño (escena XI), el borracho del bar de Pica
Lagartos se burla de todo, Basilio Soulinake resulta
imperdonablemente insensible en la escena del velatorio. O bien en la
descripción de lugares: la librería de Zaratustra es una “cueva”,
la buñolería un “antro”… Y de personajes: Zaratustra es
abichado, giboso, un fantoche; los modernistas aparecen como greñudos
impertinentes, pedantes y mediocres imitadores del gran Rubén Darío
(los Epígonos del Parnaso Modernista). Valle también recurre a la
animalización de los personajes, como, al describir a don Latino
como “perro cobarde”, que “muge”, “cabestro”, o a Rubén
como “cerdo triste”.
Por
último, nuestro autor también trata temas de cierta trascendencia
con un tono humorístico y disparatado.
Todo
esto aderezado con un lenguaje trabajadísimo, tanto en las
acotaciones como en los diálogos, que utiliza un léxico degradante
y peyorativo, lleno de madrileñismos, términos calos, giros
expresivos sorprendentes y humorísticos (“cráneo privilegiado”)
y lleva a cabo un juego de contraste en los registros lingüísticos
al mezclar términos cultos en conversaciones triviales o al intentar
algunos personajes vulgares hablar formalmente.